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martes, 14 de febrero de 2012

Administración: yo te acuso

Por El Tuerto

Me entero de que ha salido la Ley7/2007, de 12 de Abril, del Estatuto Básico del Empleado Público, al encontrarme, por casualidad, con una colega. Ufana ella, va con el mentón cortando el aire, cual mascarón de proa. Se siente, al fin, reconocida. Con su montón de papeles bajo el brazo, para que se le computen los trienios que ha conseguido como interina, nos ponemos a hablar. Es un avance, sin duda, el que se le tenga en cuenta su tiempo de servicio a efectos de nómina, cosa que hasta ahora no sucedía. Algo es algo. Y en nuestra conversación, le animo con retranca, a que pregunte, si tal palmarés, conseguido a lo largo de muchos años de trabajar tipo almendrero en fiestas de pueblo, o sea, de aldea en aldea, le generará trienios dobles. No sería para menos, oye, que su expediente de vida laboral, tiene más páginas que el Harrison: un día aquí, otro allí, al siguiente a doscientos kilómetros… coño, digo yo, que eso habría que pagarlo al doble. Si hombre, que no es lo mismo mi tiempo de servicio, un suponer, que tiene un par de renglones, que el suyo, que es todo un mamotreto, y encierra en si mismo un peregrinaje poco menos que atroz. El baúl de la Piquer, a su lado, más sedentario que una encina. Por eso, debieran pagarle los trienios al doble, pero me da que no se le va a arreglar. Bueno, algo es algo y, sin duda, es un avance de justicia, y que beneficiará a muchos compañeros. Me alegro por ellos.
Picado por la curiosidad, y por lo que me pueda ir en ella, cuando llego a casa, me bajo la Ley y me pongo a leerla. Treinta páginas de BOE, a doble columna, son un montón, pero hay que leérsela, que remedio. Me lo tomaré con calma, y aunque todavía no la he desmenuzado en profundidad, creo que ya tengo el suficiente conocimiento de ella como para hacerme una idea. Su digestión, me llevará tiempo.
Así, a bote pronto, hay párrafos que suprimiría de un plumazo, por vergonzantes. Chirrían con sólo leerlos. Por ejemplo, no me explico como, en un Estado de Derecho, puede haber necesidad alguna para, que en una Ley como ésta, párrafos enteros se dediquen a diseccionar derechos, que se adquieren en tanto se sufra la mal denominada “violencia de género”. Aunque comprendo y sé, que el espíritu del legislador los hace constar para proteger a aquellas mujeres que la sufren, que desgraciadamente son muchas, no entiendo porqué deben figurar en ella.  Lo lógico, lo cabal, insisto, en un Estado de Derecho, sería que el legislador no tuviera que preocuparse de tal eventualidad, porque,  la Justicia, se supone, se ha de encargar de que al fulano que la practique, se le mete en la perrera sin más, y ya no podrá molestar en su puñetera vida, a la empleada pública sujeta a esta Ley. Y si hace falta, se tira la llave de la perrera al río, y punto. Pues no.
Muy por el contrario, parece como si el legislador diera por supuesto, que el agresor-torturador, va a estar de rositas por la calle, jodiéndole la vida, de por vida, a la agredida-torturada. Vamos, tipo de Juana, y que a ella sea, a la que hay que facilitarle la huída y el escondite. Pues no, coño, que me niego a que las cosas sean así. Y me revuelvo, cuando leo que, en la mismísima Ley, que firman Juan Carlos I, Rey de España, y el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se establecen singularidades específicas de movilidad, permisos, reducción de jornada, aplicación de horario flexible, excedencias especiales… en razón de la violencia de genero que sufra la funcionaria mujer. Y digo yo que, aparte de la discriminación ante tal supuesto en función del sexo, puesto que la misma no se contempla en el caso del funcionario varón, lo que debe ser inconstitucional, porque también hay brujas violentas… bueno, pues que me pregunto, ¿no se les caerá la cara de vergüenza a ambos al facilitar, en la Ley que firman, la huída y el escondite a la agredida, en vez de comprometerse, como es su obligación, en asegurarle su protección real y efectiva del agresor?. Pues no, y asumen su incapacidad, en letras de molde en el BOE. Me parece fatal, tú.
A otro tema: Titulo III, Capítulo I, Art. 14, punto g. (Ostras, punto g, claro, a lo mejor por eso se me dispara mi sensibilidad).  Bueno, pues que dice literalmente, en relación con los derechos de los empleados públicos:  “g) A la formación continua y a la actualización permanente de sus conocimientos y capacidades profesionales, preferentemente en horario laboral”.  Lo de “preferentemente”, sobra. Y después de leer el parrafito de marras, es que no sé si reírme a lo loco, o ponerme a llorar, pero con un cuajo y pataleo, me cagüen la leche, que el legislador se iba a quedar pasmao si me viera. No es para menos.
Dejarme llorar, coño, que lo necesito, venga….
Soy un tío del montón, responsable ma o meno; sensato hasta donde puede serlo un fulano que ha escogido libremente ser médico, lo cual tiene su qué; o sea, medio rallao del coco; que procuro estar al día en mi oficio; que intento día a día, y fuera de mi horario laboral, estudiar, consultar y aclarar mi mogollón de dudas diarias;  que como tú, y como tantos otros, me dejo los zapatos por rastrojos y veredas, mimetizado ya casi con el paisaje; que peleo por mantenerme intelectual y profesionalmente al día, para beneficio de mis pacientes y sosiego de mi conciencia. Bueno, pues que no encuentro una facilidad para seguirme formando ni pa dios, oye. ¿Te lo quieres creer?. Y para mi dolor, conozco también, a un montón de colegas que, desilusionados, hace tiempo que ya han tirado la toalla y han optado por el desinterés, por el pasar de todo, incluso de su propia formación. Y yo me niego. Y me rebelo, y me cabreo, y no lo asumo. Es más: públicamente, lo proclamo a los cuatro vientos y sin pudor alguno: necesito ayuda para mi propia formación !!!
Administración, hazme caso de una puñetera vez, siéntate ahí y escúchame, coño, que te lo estoy diciendo bien clarito: necesito formación !!!, ¿te enteras, capulla?, te lo digo en serio. Pero no la formación que tu quieras darme, lagarto, lagarto, que te veo venir, que tu vas a lo tuyo, que no es lo mío.
Mira, es todo mucho más sencillo: Tú déjame a mí que te diga en qué, dónde y cuando y porqué, me quiero reciclar. Dame días para ello, y libertad de elección. Y por supuesto, en horario laboral, claro. Y luego, pídeme cuentas si quieres, exígemelas, de la formación recibida. Pero que sea, en los campos que yo necesito. Es muy sencillo. Cumplidas las premisas anteriores, yo te digo, un suponer… quiero una semana, en ese servicio de ese hospital y con ese compañero concreto; y otra en ese otro, con ese otro colega, que me van a recibir voluntariamente porque tú le vas a pagar un pastón porque me enseñe. Así de simple y de útil. ¿Es mucho pedir, pongamos, cuatro semanas al año, distribuidas a mi conveniencia, de una en una o de dos en dos, o… y pactadas?. Todo ello, con luz y taquígrafos, y transparencia total. Y al colega que yo solicite como mi profesor en su especialidad, además, le vas a reconocer la docencia que me va a impartir, con pelas, sí, pero además con certificación académica por docencia para su currículo. Y no te preocupes, que no voy a elegir popes inalcanzables en la materia, si no a colegas sensatos, maestros abordables, compañeros francos y sencillos, capaces de hacer de mi un trasto algo más útil de lo que soy; porque se sentirán reconocidos, por mí como maestros, y por ti, como docentes cualificados; y trabajarán a gusto, y sin presiones, ni pudores ridículos, serán capaces de transvasarme su sabiduría, que yo absorberé cual esponja deshidratada. Y sé que lo harán bien, entre otras cosas, porque el compañero que venga detrás de mí, si no, no le escogerá como su maestro, porque en esto, el boca a boca hace milagros. ¿Me explico?.
Administración, cabezona, pero… ¿no comprendes que eso sí que sería una buena inversión para ti?.  Al día siguiente yo trabajaría más a gusto, más satisfecho, y tu, más tranquila… yo te reconocería tu labor, y mis pacientes te lo agradecerían.
Por favor, puñetera administración: no me condenes definitivamente a recibir mi formación a parches, orientada por la industria farmacéutica, capada antes de nacer por intereses económicos y pseudoprofesionales. No me obligues a ser un empleado desencantado, desilusionado, adocenado, que a nada bueno conduce. Al contrario, pon de tu parte lo que no está en los escritos, por ayudarme a ser un profesional bien formado, libre y con criterio, útil para el puesto al que he optado y capacitado para mis cometidos con los pacientes que me confías… si no es tan difícil, coño, si sólo tienes que poner ganas en ayudarme, que yo soy fácil y me dejo. ¿Qué más quieres?. ¿Quieres más?
Me jode, Dios, como me jode, saber que en tu estulticia, me arrastrarás al desaliento, a la desilusión, al ostracismo intelectual, que te harás la dura, la difícil, la sorda. Bandida… y luego sacarás, más leyes bonitas… que irán a los anaqueles a rellenar huecos vacíos, pero sólo para que haga bonito.
Administración, yo te acuso: Mema, cobarde, insensata….
Y nada, oye, que ni puto caso. No hay peor sorda, que la que no quiere oír.
Pues si eso quieres, mira, que te den.



Correspondencia: eltuerto@semg.es

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