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martes, 14 de febrero de 2012

Los dineros de la Sanidad

Por El Tuerto

Es que me hacen una gracia loca. Están tan acostumbrados a decir tonterías, que es que no se cortan un pelo, oye. Aunque sólo fuera por simple pudor deberían pensárselo más antes de abrir la boca. Oigo, a esos que dicen ser políticos, hablar de los dineros “de la sanidad” y es que me rechinan los menudillos. ¿Cómo que“los dineros de la sanidad”?, pero ¿qué tonterías son esas?. Seamos serios: hay dinero o no, pero a secas y sin apellidos.
Sabemos que el Estado recauda, cual sanguijuela, todo lo que puede y con lo así conseguido, diseña un presupuesto ajustado y juicioso, espero, con un balance lo más equilibrado posible entre ingresos y gastos. O sea, lo mismo que intentamos todos, con más o menos sentido acierto: Tanto tengo, de tanto dispongo, o sea, tanto para esto, tanto para eso y tanto para lo otro.
Lógicamente, en los gastos del Estado, tiene que haber un orden de prioridades, de tal modo que la mayor parte del presupuesto, nadie cuerdo pensaría en destinarlo a flores para adornar los jardines de la Moncloa, un suponer. Para ellas, también tendrá que haber algo, vale, pero siempre menos que para becas escolares. Es de cajón. Bueno pues eso. Pero claro, cuando el que gobierna no atina, o desbarra, como es el caso, pues no le salen las cuentas, porque se pone a repartir desde el inicio sin orden ni concierto, chantajeado, saltándose las prioridades y, maricón el último, cuando le llega el turno a la sanidad, pues que no queda dinero suficiente para cubrir las necesidades. O sea, la ley del morro y del mamón, que el que no llora no mama y al que primero mama, la mejor tetada.
¿Has oído por ejemplo, que no haya dinero para la Casa del Rey?. No, tío, no te ofendas, que no estoy de coña, que sólo pregunto. Pues yo no. ¿Y para comprar tanques o aviones de combate...?, yo tampoco. ¿Y para...?
Pues eso, que si no hay dinero suficiente, los recortes serán para todos, digo, desde para la Casa del Rey, hasta para las flores de la Moncloa, o para el ministerio de defensa, en lo que no sea imprescindible. Y lo mismo para la sanidad. Lo imprescindible tiene que estar cubierto; el resto, negociable y habrá que pactar de dónde se sacan los euros para pagar las cuentas. Pero sin duda alguna, la prioridad absoluta es y tiene que ser la sanidad, con preferencia lógica, incluso sobre la cultura, pongo por caso.
Así que si no hay dinero, digamos que no hay dinero y punto, y pongámonos todos a echar cuentas a ver de dónde recortar o de dónde obtener más  medios. Pero lo que no se puede decir, es eso de que, lo que no hay, es dinero para la sanidad mientras lo haya para el resto de partidas, que siguen y seguirán tirando de la teta común. No señor: Sanidad, Educación y Justicia, los primeritos. Para el resto, según quede en caja.
Dicho lo cual, no me extraña que las cuentas no salgan, porque se continúan haciendo las cosas mal. Aquí lo que se lleva es el parcheo, los enjuagues, el  tapar agujeros a última hora, y el trapicheo más descarado. Todo ello, a la larga es inútil y contraproducente, porque aplaza las soluciones.
O sea, reunión de presidentes autonómicos para ponerse de acuerdo en cómo y con qué tapar, los socavones económicos de cada cual por su sanidad. Sentaditos a la mesa, que para el reparto del botín si que se ponen todos de acuerdo en sentarse juntos cual corderitos, a lo que van en realidad es a ver cual de ellas puede chantajear y exprimir mejor al Estado, para llevarse la mayor tajada.  Empieza la oferta en 500, sube a 800 y al final son 1700 los  millones de € a repartir. Pero con una premisa previa que abochorna: nadie verá las cuentas de cada cual, ni valorará quien lo ha hecho mejor con lo que ya tenía trasferido, que cada cual lo hace a su antojo. Tampoco se trata de averiguar porqué no han salido las cuentas. Ellos a lo que van, es a enseñarse los dientes y ver quien tiene más bazas que jugar en ese reparto de última hora. Al más listo, la mayor tajada, y al resto, lo que pueda atrapar en campaña. Al final los 17 contentos, aunque protesten entre dientes, y cada cual a su cueva con los maletines llenos. Para mayor escarnio, se ponen de acuerdo en que, de ese dinero, ninguna tendrá que justificar que, lo que se le entrega, lo empleará única y exclusivamente en sanidad,  con lo que cada cual lo destinará a lo que tenga por conveniente, sin tener que dar cuentas a nadie, y punto. ¿Que si lo digo en serio?, pues claro que sí. Vergonzoso.  
¿Era demasiado pedirles que tuvieran que ponerse de acuerdo, al menos, en un modelo sanitario común, en una cobertura de servicios pactada?. ¿Para qué?. De eso, ni hablar. Repartido el botín, cada cual, establecerá la sanidad con las coberturas que le dé la gana, faltaría más, y viva la autonomía. Spain, Spain, como estás que así te ven. Pobre país.
En estas circunstancias, desazona y entristece saber que, ni siquiera una de las autonomías, se haya atrevido a proponer la posibilidad de estudiar alguna forma de copago. Eso si que se necesita más que el comer, digan lo que digan economistas, políticos y demagogos de cualquier ralea. La realidad es la que es, y como médicos de cabecera, intuimos cada día la utilidad del copago mejor que nadie. Peeeeeeero... por intereses variopintos todas miran hacia otro lado y ni siquiera se lo plantean. Allá ellas, porque la realidad seguirá siendo la misma y el no hacerlo, es demagogia. Y la demagogia cuesta un pastón, y se paga, vaya que si se paga, aunque desgraciadamente no en las urnas, sino en euros constantes, procedentes de la caja común.
La sanidad gratuita, absolutamente universal y gratuita, como la que en España tenemos, además de cara es injusta. Lo sabemos todos, pero a ese gato no le pone el cascabel ni dios. ¿Porque temen perder votos?, pues que se pongan de acuerdo los políticos, y hagan de ello un pacto de estado. Pero el copago, alguna forma de copago, es necesaria y sería comprendida como lógica por cualquiera medianamente lúcido. Claro, que los políticos no lo son. Y para ejemplo, el de Celia, aquella especie de ministra, ahora ex, que lo propuso de boquiqui, jugando de farol y me engañó cuando desde estas mismas páginas le dediqué el “Ministra, no me defraudes”. Y lo hizo, la muy...
Esta mañana, sin ir más lejos, lo eché de menos: Copagoooo... te necesito !!!...  
El primero que entró, se empeñó en que le hiciera la receta que me pedía porque el medicamento “entraba por el seguro”  en su autonomía, y yo que aquí no y el que allí sí. Él tenía razón, y yo también, anda, explícaselo. Tablas.  Después, la del lunar de toda la vida que se lo quería quitar y ya va por el quinto, “oiga y ya que es gratis”... Y el de la incipientísima catarata que no necesitaría operarse en su vida, pero que si la vecina se ha operado ¿porqué él todavía no?. Y el del Adiro 100 que fue capaz de esperar una hora de las de reloj para su receta. Y la del paracetamol que se lo lleva lunes y jueves. Y, uno a uno, otros cinco más que salieron poco menos que indignados de la consulta porque no consiguieron salir con recetas de la mano para patologías inexistentes “que lo que pasa es que a usted no le gusta recetar, ni que lo pagara de su bolsillo”. Y la otra empeñada en que le hiciera un chequeo “completo” pruebas complementarias incluidas para ver que tal estaba, cuando era evidente que estaba buenísima. Y con el maniático del colesterol que quiere un análisis cada dos meses también a pelear. Y la que quiere ir al reumatólogo, porque cuando se retuerce como para desencuadernarse “noto como un tironcito por aquí, y digo yo que por algo será”. Y la pájara que desde que un colega sustituto le prescribió un champú antifúngico ha decidido no volver a lavarse la cabeza con otro de por vida porque “este es gratis”. Y a todo esto yo harto de controlar una a una mis prescripciones al ordenador para averiguar porqué los de los envases de 28 días,  vienen cada 14 a buscarlos. Y la que quiere “la pomada de” o que “la mande a”... Y yo como un rompeolas tras la mesa, echándole más paciencia que el Santo Job, jugando al pimpón con sus ridículas e injustificadas peticiones, intentando no cabrearme con el de “me tiene que hacer una de”,  o con el más canalla del “que yo tengo derecho a”. Y es que estoy hasta los mismísimos de que ninguno de los que pueden y deben, haga nada que ponga coto a tanta demanda absurda, que le ha sido vendida bajo el epígrafe de los “derechos”  y el “gratis total”.
Un ejemplo: yo antes no tenía ECG en la consulta y solicitaba los que tenía que solicitar, para disgusto de mis pacientes que tenían que ir a hacérselo a 15 kilómetros. Ahora que lo tengo, me brotan cual florecillas los voluntarios, con peticiones de... “oiga, me haga otro a mí” ... o... ¿y eso porqué a mi no?.
Pues todo eso se terminaba, mañana mismo, con un copago. Por mínimo que fuera. Claro, es posible que eso nos llevara al caos: el gasto caería en picado, la demanda disminuiría en seco, yo sufriría la soledad en mi consulta, la falta de burocracia pondría en el paro a los miles de oficinistas y gestores de la sanidad de los servicios centrales, los quirófanos se llenarían de telarañas, los aparatos de RMN quedarían silenciosos en“stand by”, y no sabríamos en qué gastar todo lo ahorrado... O sea, el paraíso en la tierra y todos felices comiendo perdices. Y además, más sanotes.
Pero no sueñes, colega. Esto se va al garete, sin solución.
Y tu y yo, hasta los mismísimos.



Correspondencia: eltuerto@semg.es

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