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martes, 14 de febrero de 2012

Miscelánea
El Tuerto

Alianza de civilizaciones

El paquetito que me ha llegado hoy por correo tiene su guasa.  Me lo envía un compañero que trabaja para el Sacyl, o sea de médico en un Centro de Salud de Castilla y León. En la nota manuscrita que acompaña a su envío, además de dejar bien patente su cabreo, que a lo que se ve está el hombre que se sube por las paredes, me pide que le diga qué me parece. Bueno... la verdad...
Lo que me envía son seis cuadernillos de divulgación sanitaria, realizados por la Junta de Castilla y León, para su difusión y entrega a los ciudadanos en los Centros de Salud de aquella Comunidad Autónoma. Tres están titulados Guía para un consumo de alcohol de bajo riesgo y son de 14.5 por 14.5 cm,  con cinco páginas escritas por ambas caras. Los otros tres, titulados Guía práctica para dejar de fumar, de 16 por 16 cm y ocho páginas escritas por ambas caras, vienen firmados por la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, Comisionado Regional para la Droga, de la propia Junta. La verdad es que todos los ejemplares están realizados en un muy buen papel, a todo color, con buena iconografía, e incluyen fotografías y esquemas por doquier. No sé cuanto puede costar editar un solo ejemplar de esos, pero que en todo caso un pastón, estoy seguro, y de que se habrá hecho una tirada de varios miles de ellos, también. Pero oye, si la medicina preventiva al respecto lo exige, pues mira, es su pan el que se comen y hasta ahí, nada que objetar, porque la Junta es muy quién para hacer lo que tenga por más conveniente con sus presupuestos taifeños, en su lucha contra el consumo de alcohol y tabaco en su Comunidad Autónoma.
Puestos a poner peros, yo objetaría el que en ellos no apueste abiertamente por la abstinencia respecto al alcohol y sí por su consumo moderado, pero en fin, para los gustos se hicieron los colores y allá ellos, amén de que paladear un buen Ribera del Duero o de cualquier otra denominación de origen de las muchas de la zona debe ser, para el que le guste, un puro placer, claro. Y ni te digo para la economía regional, que esa es otra.
Pero lo que cabrea al colega que me remite los cuadernillos de marras, y a mí no menos, no es su contenido en sí, si no... que cada uno de ellos esté escrito en un idioma distinto, a saber: portugués, árabe, y cirílico. Tooooooma !!!. Se conoce que eso debe de formar parte de lo de la alianza de civilizaciones, que es lo que dicen que se lleva. Por supuesto, el escrito en árabe, lo tienes que abrir de atrás adelante, como mandan sus cánones, leerlo de arriba a abajo y de derecha a izquierda. Pues qué bien, qué bonito, qué cultural.
Ignoro cuantos lectores de árabe viven en Castilla y León, o cuantos habrá de cirílico por aquellas tierras. Imagino que de portugués algunos más dada su proximidad geográfica. Además ignoro, a cuantos de ellos el veneno de la nicotina o el etanol les traerá de cabeza mientras les corre por las venas, dato que doy por supuesto que igualmente ignoran los epidemiólogos de la Junta, claro. Pero de lo que estoy seguro es de que, cualquiera de sus potenciales lectores en tan diversas lenguas en aquella autonomía, se maneja lo suficientemente bien en español como para comprender tales cuadernillos en la nuestra. En otras autonomías, es muy probable que el número de residentes extranjeros justifique la existencia de semejantes cuadernillos, cierto, no lo dudo, como por ejemplo en toda la franja mediterránea o en las islas. Pero lo que es en Castilla y León... vamos, anda, no me digas... allí, tal multiculturalidad, cueste lo que cueste llevarla al papel, es un auténtico despilfarro y carece de justificación alguna.   
Y me gustaría saber por cuanto nos sale, a todos, tan cómica e imperiosa necesidad de concienciar y transmitir, en esas lenguas, los males del tabaco y el alcohol en esa campaña destinada a los residentes procedentes de otros países. O qué beneficio en salud aportará tal derroche. O cuántos árabes se dan a la priva y se ponen ciegos a morapio por aquellos lares, saltándose su religión a la torera. O quién sale económicamente beneficiado de esos dispendios en imprenta. O porqué no se gasta ese dinero en hacer similares cuadernillos en español para nuestros chavaletes difundiendo, ya de paso y además, los perjuicios del cannabis, la coca, las anfetas, las setas desecadas compradas a los chinos por Internet, o los del resto de porquerías que con forma de pastilla o en vaso, se meten por doquier en las discotecas. Pero se conoce que para eso ya no les da el presupuesto, lo que hace más difícil de comprender que las cuatro perrillas que tengan para esos menesteres, se empleen en programas que carecen de una mínima lógica en cualquier escala de prioridades, a la espera en todo caso de pírricos beneficios.
Por ejemplo, en mi centro de salud hay montones y montones de grandes carteles murales, que tienen que valer un pastón, y que pagamos todos, cuya pretensión parece ser la de difundir información sanitaria, que igual dirían en blanco y negro, o en dos o tres colores, vale, y en pequeñito... pero que terminarán sin que nadie lo remedie ni haya leído jamás, en el montón de papeles a reciclar, en el mejor de los casos. Mientras tanto, si quieres llevar un póster a un congreso, que pares a base de sudor y tesón, te cuesta una pasta gansa que de tu bolsillo sale. No me digas que no escuece, ¿eh?…
Pero claro, donde esté el hermanarse con el Magreb, el resto del arábigo  mundo o los países del este y demás familia política... vamos, que es que es increíble lo que nos preocupa el supuesto consumo de alcohol por los árabes  y nos trae en un sinvivir. Sobre todo el que lo hagan en el territorio patrio, claro, porque lo que es en el suyo nos tiene sin cuidado, y como si le arrebañan el cuello al que lo haga, que eso nos preocupa menos. Digo yo que deberíamos, ya puestos, ir a pedir información a Mahmud Admadineyad, el iraní, sobre el consumo de alcohol en su país para ser más eficientes con nuestro programa. Lo mismo nos quedábamos como témpanos con su respuesta, que imagino sería del mismo jaez que la que les dio a los estudiantes americanos cuando le preguntaron sobre la homosexualidad en Irán, y les dijo que eseproblema allí no existía... claro, cuando en sus televisiones y en las nuestras días antes, atónitas sí, pero indiferentes y cobardes también, habían mostrado a más de una docena de homosexuales ajusticiados por ahorcadura, y en público para mayor vejación, colgándolos por el cuello hasta morir de grúas en las calles de Teherán, por el mero hecho de serlos. Indubitada, miserable y aterradora manera de resolver cualquier problema epidemiológico de incidencias y prevalencias de una vez y para siempre. Vamos, que yo no sería alcohólico en el país de semejante demente, ni harto a vino nunca mejor dicho, que vete tu a saber si no será su receta idénticamente resolutiva para el problema del alcoholismo allí. Bueno, pues que el Sacyl les diga a los súbditos de semejante fulano o de otros similares, que beban poquito y que el fumar es muy malo, la verdad es que me parece, cuando menos graciosillo y chocante. Conmovedor.    
Precisamente también en Castilla y León, le dan a cada médico cuadernillos de varios folios de extensión en distintos idiomas para que, llegado el caso de atender a un extranjero, pueda el paciente por si mismo leer las preguntas que el médico le haga para conocer de que va su problema. Eso si me parece útil, ya ves, y no lo critico, que al Cesar lo que es del Cesar.


Veinte miligramos

Inquieto me tiene eso de que, cada vez que hago una prescripción, cada día en más ocasiones tengo que emplear los socorridos veinte miligramos de la coletilla. Porque ignoro infinitamente más de lo que conozco, no me atrevo a enjuiciar si eso es o no correcto o conveniente, pero en todo caso, no me digas que no es sospechoso. Vamos, que me trae de cabeza eso de que las estatinas funcionen a dosis de 20 mgr, al igual que los x-prazoles, los iecas,  antidepresivos y tantos otros fármacos más. ¿Por qué funcionan a veinte, y no diecisiete y medio o treinta y dos?, por ejemplo. Qué casualidad que se pongan todos los fármacos de acuerdo en eso, ¿no? No lo sé, coño... que poco sé, Dios mío y cada día menos...


Veintiocho comprimidos

Desconozco, a quién se le ocurriría la puñetera gracia de los formatos en veintiocho comprimidos, utilizando el mes lunar, imagino. O de sus mitades de 14, o sus múltiplos de 56 o 112, cada vez más en boga, en vez del mes de toda la vida, redondito de los 30 días, como en los pagos de las letras de a 30, 60 y 90. Y porque lo ignoro, me callo, que es lo prudente, pero es que me cabrea que cuando pongo 28, el farmacéutico me corrija la plana con eso de... “este es de 30”  y a la inversa, que últimamente es que no doy una. Si tú sabes el motivo de mis desvelos... tío, porfa, échame una mano, anda, no me dejes con la duda, colega.
Y lo que loquitos trae a los ancianos de mi cupo, y no es para menos, desde su manera y modo de ver las cosas, tan peculiar, es el que el envase que les prescribo de 28 comprimidos, venga medio vacío... “ es que a la caja que me dió el farmacéutico le faltan pastillas y por eso me duran menos...”
En realidad, no es que les falten comprimidos, si no que le sobran alveolos al blister, que la coña es que los tiene, pero vacíos, ya me dirás. Total, que esa es otra historia que les tengo que explicar a los viejetes, despacito para que lo entiendan y no desconfíen del farma, y eso me lleva su tiempo y paciencia. Resulta que les ponen cuatro blister en cada envase, de 10 alveolos cada uno, con lo que contendría 40 comprimidos, pero para que vayan 28 solamente, les dejan tres vacíos por blister, existentes, sí, pero vacíos, y las cuentas les salen, de acuerdo, pero... yo se lo tengo que explicar.  
El otro día un anciano me juraba, en plena zozobra preñada de introversión, pobrecito mío, mientras azarosamente sacaba del bolsillo un envase, que me decía la verdad, que a mí nunca me engañaría... pero que la caja venía medio vacía !!! Claro, que la anécdota se convierte en problema cuando, creyendo que tiene pastillas para todo el fin de semana, no hace receta el viernes y descubre ya sin solución el sábado, la vacuidad de los alveolos que él creía ocupados. Vamos, que no, que aunque industrialmente tal vez pueda tener  justificación, a lo único que contribuye tal fechoría es a la incertidumbre y al desconsuelo de mis ancianos.
O a la desconfianza. O sea... eso.


Correspondencia: eltuerto@semg.es

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