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martes, 14 de febrero de 2012

A los minusválidos... más barreras
 Por el Tuerto
¿He dicho alguna vez que el sentido común es el menos común de los sentidos?. Pues me reafirmo. Para irracional, la administración sanitaria. Esto es de locos. Y el pato, lo paga el más débil, como siempre.
Me escribe una encantadora mujer de mediana edad. ¿Su problema?. ¿Quién dijo que tiene que tener algún problema?. Problema ella, no tiene en realidad ninguno, pero se queja, con amargura, de las barreras que le ponemos en esta puñetera sociedad, una vez más, a los seres humanos que como ella, son físicamente distintos.
Aparte de dotarla de una personalidad encantadora, trabajadora e inteligente a tope, el que sea el responsable de la estructura física de los humanos, la dotó con una peculiaridad, como es una parálisis cerebral con paraplejia espástica y esclerosis dorsolumbar, por lo que tiene reconocida una minusvalía del 70% desde el año 1989. Que Dios lo perdone.
Con infinita ilusión, hasta ha aprendido a manejar un ordenador, y me escribe.
Vive a 70 km de Valladolid y cobra una modestísima pensión. Me escribe de lo mucho que le cuestan "sus cosas", como sillas de ruedas, barras, grúas, etc y se pregunta por qué será así. Se sabe diferente y sabe que la diferencia, se paga. Y lo asume.
Me cuenta que su médico de cabecera tiene su historial clínico al día, le asiste, le hace las rectas que necesita, la conoce... incluso la asistenta social la visita una vez por semana.
Pero lo que no logra comprender, ni ella, ni yo, ni cualquiera que tenga la cabeza sobre los hombros, es que cada vez que necesita un cojín antiescaras, o una batería para su silla, o una silla de ruedas nueva... su médico, víctima y verdugo de la burocracia, se vea obligado a enviarla a 70 km para ser "vista" por el traumatólogo, porque sin esa "vista" previa, no hay cojín, ni batería, ni silla, ni nada de nada. Las normas son las normas, y se necesita la firma del "especialista" para ello. No vale con que su médico, que la asiste, jure por su propio padre que necesita lo que le solicita. Ni que la asistenta social, ratifique esa necesidad. Tiene que desplazarse a 70 km, y en persona, a por la firma del traumatólogo. ¿Estamos majaras?. Con seguridad que sí. No tiene sentido ni marearla a ella, ni pagarle una ambulancia, ni nada de nada de nada.
Transcribo: "...¡Tanto luchar contra las barreras!. ¡Para qué!. Yo creo que para nada, porque esto es otra de las barreras que nos ponéis los que hacéis las normas de la Seguridad Social. Y a mí no me digáis que la sociedad está concienciada, porque los que tenéis que estar concienciados sois vosotros, y nos ponéis problemas con esto de las firmas del especialista". "...¿Porqué no me puede hacer las solicitudes mi médico de cabecera como me hace el historial o las recetas?. Porque yo creo, que se nos ve el problema que tenemos, y que no tenemos tantas facilidades como vosotros, que andáis, conducís, bailáis, etc. Puede que lo tengáis interiormente y no se os vea como a nosotros..."
Señora del alma mía. La razón es suya. Toda. Y por eso me atrevo a publicar su caso. A lo mejor, tenemos suerte y "algún majara" de los que crean  esas normas, lee esto y tiene la tornillería del tarro todavía a medio descolocar y me pide la dirección para justificarse ante usted. No se preocupe. Se la daré. Y en cuanto aprenda a navegar por Internet, que sé que está en ello, le mando un email con la dirección del Ministro para que lo maree a su gusto, hasta que cambien "la norma". Suerte mientras tanto.


correspondencia: eltuerto@semg.es

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