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martes, 14 de febrero de 2012

Otro efecto secundario de la Cerivastatina: me pone de los nervios 
 Por el Tuerto
La noticia del jaleo de la Cerivastatina me restralla en los oídos, desde la voz anónima del locutor de radio, a la una de la mañana, justo cuando me estoy poniendo el pijama. Ya ni me abrocho la chaquetilla, encabronao, y como un autómata, enciendo el ordenador y me voy a las agencias de noticias, periódicos, revistas médicas y no se cuantas más webs a intentar averiguar que es lo que pasa.
(Vivo inmerso en la sociedad de la comunicación, del Internet, de los email y de toda esa parafernalia. Jamás en la historia de la humanidad existió una mayor facilidad para la comunicación entre los hombres, pero, que tremendo, jamás también, el hombre se sintió más sólo y menos comunicado con el resto de los mortales. Paradójico y cruel, pero cierto como la vida misma).
Cuando después de darle vueltas y vueltas al tema, hora y media más tarde me meto en la cama, pienso que todo esto es una pijada típica del verano. No hay noticias fuertes que dar, y están intentando distraer al personal que anda por los chiringuitos de las playas, dándole carnaza fácil que masticar. En realidad no ha aparecido nada nuevo, nada desconocido hasta la fecha. Hablan, si, de sus  efectos secundarios, que ya eran conocidos y previsibles.
A los dos días, la sala de espera de mi consulta es un hervidero de gentes que se muestran y comparan unos con otros “los cartones” de lo que toma cada cual. Parecen niños enseñándose cromos para intercambiar, como cuando yo de pequeño hacía la colección de El Cid o la de Rin-tin-tin, con el cabo Rusty aquel del séptimo de caballería, vestido de azul y con el pañuelo amarillo anudado al cuello.
Al verme llegar, disminuyen el volumen de voz de sus conversaciones y me miran serios, como de reojo, disimulando,  poco menos que mirándome como el que ve pasar a su verdugo. Tienen miedo de que les haya tocado a la china a ellos y están tensos en la espera.
Van entrando a consultar sus inquietudes y salen tranquilos. Confían en su médico, y saben que antes de prescribirles, lo que sea, me aseguro. Hasta donde puedo, claro, y si hay cuatro que toman Cerivastatina, que los hay, los cuatro continuarán tomándola. El peligro de su combinación con otros fármacos era sobradamente conocido desde su comercialización y no hay novedad alguna al respecto, ni en efectos secundarios ni en nada de nada. Una vez informados, lo aceptan con  naturalidad porque confían. Saben además, que utilizo para el registro de las historias clínicas un programa informático y que tengo, uno por uno, registrados todos los detalles de las medicaciones de cada cual desde hace más de diez años, con lo que la posibilidad de error, que siempre existe, es mucho menor para mí que para esos colegas que llegan a la consulta con los talonarios y el bolígrafo, que también, vive dios, que los hay.
¿Dices que salen convencidos de seguir tomando la medicación?.
Si, pero eso me lleva su tiempo. Tengo una conversación distendida con cada paciente y pongo las cartas boca arriba, con toda la claridad que puedo. Jamás prescribo a ciegas y ellos lo saben. Antes de prescribir estudio las posibles interacciones y valoro pros y contras. En este caso, no ha aparecido nada que no se supiera de antemano, no hay nada nuevo. El uso de cualquier fármaco tiene sus riesgos, que comparados con los beneficios que se pretenden obtener con su uso, inclinan la balanza hacia uno u otro lado. Y en función de ello, decido si prescribo o no. No sólo con la cerivastatina. Con la cerivastatina y con el lucero del alba. Por lo tanto, no hay razón alguna, a día de hoy, que justifique el cambio del medicamento.
Ya, pero es que a los pocos días de la advertencia, la retiran definitivamente de la circulación... Me parece que tus argumentos con ellos se te vendrían abajo. ¿no?. ¿Qué hiciste, además del ridículo?
Y tanto. Me dejaron con el culo al aire. Todos mis razonamientos se fueron a hacer puñetas. Eso si que es una canallada. Se te queda un cuerpo… Y todo, estoy convencido, por intereses pura y exclusivamente comerciales, por peleas barriobajeras entre las multinacionales de turno y sus contrarias. Ya que han hablado mal de uno de sus productos en todos los medios de comunicación, lo retira sin más y punto. Te sientes vendido y traicionado, porque crees que están jugando contigo.
Pero colega, que los efectos secundarios están ahí, y su posible relación con cuatro o cinco fallecimientos en España, también. ¿O piensas que no la tenían que haber retirado?.
Pues que quieres que te diga. Esos efectos secundarios e interacciones, ya eran sobradamente conocidos por todos, pero no de ahora, si no desde antes de su comercialización. Además, hasta donde sabemos, ese mismo riesgo existe con cualquier otra estatina, y sin embargo, son fármacos que han demostrado ser de los medicamentos más seguros que están en la calle. Las manejamos todos los días y necesariamente seguiremos prescribiéndolas mientras no tengamos otro producto mejor. ¿O no?.
Vale, pues ya me dirás que hacemos... ¿Qué propones?
Hombre, si sie trata de eso, yo tengo algo que proponer. Algo no, mucho. Por ejemplo, que se retire la aspirina que sin lugar a dudas, tiene como mil veces más muertos a sus espaldas que la cerivastatina de marras. Que digan los cirujanos cuantos estómagos han tenido sangrando entre sus dedos en los quirófanos a las tres de la mañana. Y del diclofenaco no te digo nada. ¿Lo retiramos también?.  ¿Y qué hacemos con el paracetamol?. ¿También al cesto de los papeles?. ¿Y la digoxina?. ¿Y los diuréticos?, ¿y las benzodiacepinas?. Creo que lo más sensato sería retirar las penicilinas. Si, que las retiren. Fíjate los muertos que habrá habido con ellas en alérgicos.
Pero para hacer las cosas como dios manda, yo propondría que empezaran por retirar el tabaco. Más muertes que causa él, probablemente no cause nadie. Y ahí me doy donde me duele, que conste, porque, “Padre, me acuso…”,  de ser fumador hasta las cachas, de los que fumábamos Celtas Cortos hasta que los retiraron porque entrábamos en el Mercado Común y así lo exigía Bruselas.
Bueno y ya puestos, que quieres que te diga del alcohol. Ese lo ponía yo mañana mismito a arder, que mata como el que más, y ese si que está al alcance de cualquiera. Y ya ves, de eso no se protesta, porque es poco menos que el estandarte de la economía nacional.
Hombre, si quisiéramos poner las cosa en su sitio, seamos sensatos, desde luego la ministra lo primero que tendría que hacer era prohibir la venta y uso de los coches. Cuarenta muertos por semana, y la mayoría tremendamente jóvenes, todas y cada una de las semanas del año. Y nadie mueve un dedo por su ilegalización. ¿Porqué?. No entiendo nada...
¿Y el cerdo ibérico?. ¿Qué hacemos con él?. Bueno, y los que no son ibéricos, peor todavía. De cabeza a rabo, esos si que dan problemas con el colesterol. Y no te digo nada de los quesos... mejor no hablar... ¡Virgen santa!, que los quesos ni me los toquen. Esos ni de coña ¿eh?.
Si empezaramos a quitar lo nocivo para la salud, para nociva, la globalización de la economía mundial. ¡Ah! Y el movimiento antiglobalización también.
Bueno, y con la parienta pocas bromas, que aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y hasta nubla la razón. Así que… parienta, tampoco.
Total, que como el chiste aquel: Doctor, y si no bebo, ni fumo, ni como todas esas delicias, y soy mesurado con “la contraria”... ¿viviré muchos más años?. Pues, hombre, no lo sé... pero desde luego que se le van a hacer más largos, ni lo dude. Pues más o menos.
Bueno, dejémonos de coñas y al César lo que es del César. Con desgraciada frecuencia asitimos a fármacos que salen al mercado y al poco tiempo hay que retirarlos porque matan más de lo asumible. Así que como para andar ahora con bromas. Que no nos embauquen las multinacionales en sus jodidas peleas comerciales, que ya está bien, que con sus estrategias, juegan con nosotros como quieren. Los médicos, en el fondo somos como niños y nos torean de mala manera. Hoy con la cerivastatina, mañana con cualquier otro.
Pero lo más peligroso, es que mezclemos innecesariamente en ese juego al resto de la población. Porque como hoy día todos esos temas “venden” en la tele y hacen subir el “sare”... pues se enteran los pacientes antes que su propio médico. Y entonces sí que la liamos. Dice ell proverbio portugués que cuando la desconfianza entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Al paso que llevamos, no se fiará el paciente de su médico más, para nada.
Y claro, se fiará más de la herboristería de al lado, del charlatán de turno, que tienen productos naturales. O sea el timo de la estampita, que vender naturaleza, se lleva ahora un montón. Y ahí si que se la va a pegar el paciente. Más natural que la cicuta, que yo sepa no hay nada. En el herbolario por cierto, le venderán en pastillitas de otra multinacional, o incluso al peso que mola más, la Hierba de San Juan, el hypericum, que esa si que tiene tela de efectos secundarios, interacciones y consecuencias.
Pero en fin, de eso, ya hablaremos otro día.



Correspondencia: eltuerto@semg.es

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