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martes, 14 de febrero de 2012

Vueltas de tuerca

Por El Tuerto

Que la prohibición es la madre del deseo, lo saben hasta los gatos. Y si no, que me lo pregunten a mí, que como buen balarrasa que fui, en mi adolescencia, tenía una pasmosa habilidad para detectar el encanto de lo prohibido, y pasar a la acción. No sé por qué, pero lo prohibido, representaba el desafío, el corsé a romper, y había algo, que te impulsaba a saltártelo a la menor. Para sabor, el de la fruta prohibida, aunque luego, a base de capones, la vida te recolocara en tu sitio. De todos modos, a mi, prohibiciones, lo que se dice prohibiciones… pues hombre, las de los curas, más del tarro que nada, pero me impusieron pocas. Sabían que era mucho más fácil, ganarme para la causa convenciéndome de los porqués, educándome, sin acortar la cadena demasiado. Me dan repelús las prohibiciones, las imposiciones, las...
Pero entonces eran otros tiempos, y lo del Síndrome de Peter Pan, o era guasa, o se llevaba poco. Todos queríamos crecer, cuanto antes, y entonces no nos tenían que echar de casa, por ejemplo, como muchos padres intentan en vano hacer ahora con sus “eternos adolescentes”, de treinta y tantos. Nosotros nos íbamos en cuanto se nos ponía a tiro la cosa, y sus esfuerzos, precisamente, tenían que ponerlos en sujetarnos las bridas a los chavales de veintipocos, para que no nos desbocáramos, empeñados en vivir nuestra propia vida, incluso antes de tiempo.
Por eso, me repatea y extraña, el regusto que parece provocar hoy el parecerse a Peter Pan, pero sólo en sus defectos, y no ya de los individuos en sí, así tomados de uno en uno (que para Agustín Goitysolo… son como polvo, no son nada, noooo son naaaaaaada…¿te acuerdas de la canción?, si hombre sí, Palabras para Julia, de Paco Ibáñez) Ahora lo que se estila, es sufrir ese puñetero síndrome, como colectividad,  toda, entera. O sea, que la afectación social y epidémica del peterpanismo duro, está en su apogeo. Parecemos ser una sociedad condenada al patronazgo de los salvadores de patrias, de los protectores, de los paternalistas. Y por eso estamos, de inmediato, dispuestos y deseosos de comprender y asumir, cualquier prohibición que el Gran Hermano, el gobernante casual, quiera imponernos. Y cuanto más aprieta, más nos solidarizamos con él, porque ”vela por nosotros, por nuestro bien”  y asumimos sus imposiciones sin rechistar, por supuesto, “las que él crea oportunas para nosotros”, tanto individual como colectivamente. Vamos, que le cogimos el gustillo a aquello de vivir “bajo el manto de”  No-Se-Quién, y como que nos diera miedo ser nosotros mismos y vivir nuestra vida al raso, en libertad, pechando con sus riesgos y sus ventajas. Los borreguitos, necesitamos pastor. Y se han juntado el hambre con las ganas de comer. Pues… nada, nada,  a lo que digan, oye…
En realidad, viendo los derroteros que llevamos, me cuestiono si todo ello será la consecuencia de un verdadero Síndrome de Peter Pan colectivo, si se trata de una especie de Síndrome de Estocolmo rarillo, pero como la copa de un pino, o más bien, de que padezcamos una estúpida, y preocupante, identificación con el opresor. O  de una mezcla de todos ellos, lo más seguro. Sea como fuere, comprendemos y asumimos, con algarabía colectiva, que el gobernante de turno, se empeñe en imponernos un asfixiante corsé, hasta en parcelas de nuestras propias vidas que, sólo, a cada cual, atañen. Bueno, en esas y en muchas otras, “porque lo hace por nuestro bien”. Así nos va como nos va, claro. El balar, es nuestra melodía preferida.  ¿Quieres ejemplos? Los tengo a puñaos.  
Resulta que ahora, dicen que sí, que lo que importa es el tamaño. Y todos, como gilipollas, a sacarla y a medirla. Y a oír, otra vez, eso de… pues la mía es más grande que la tuya… que no, que lo bueno es tenerla más pequeña… pues la de los hombres de verdad tiene que ser así de grande… Y dale… ¿Será posible tanta estúpida tontería? Pues mira, yo la mía, ni te la enseño, ni te cuento como la tengo, ni me la mido, porque no me da la gana. Mi hamburguesa es como a mi me apetece y punto. Y digo yo ¿y a ti que coños te importa?, ¿te peso el chuletón de buey que te vas a  meter entre pecho y espalda?, ¿te cuento las lonchas de jamón que te trasquilas?, ¿te peso el platazo de fabada que te vas a devorar?, ¿o es que te mido la butifarra que estás preparando? Me parecería muy bien, que se fijara por decreto, el tipo y tope, de gramos de cada tipo de grasa, que deba contener, por 100 gr., la comida precocinada. De acuerdo, eso sería lo sensato. Hágase. Y que se haga educación alimentaria a los niños desde el preescolar. Vale. Pero de ahí a debatir, sobre si pueden o no, servirse hamburguesas de 800 gr., porque a alguien del ministerio le dé por ahí, o la longitud de los chorizos, o el tamaño del chuletón,  pues mira, que no. Es un debate infantil, absurdo e innecesario. Digo yo, desconfiado, si será para distraernos de otros temas que verdaderamente nos preocupan a todos,  porque si no, es que no lo entiendo. Y lo cojonudo es, la pasión y la vehemencia que se han puesto en ese debate. ¿O es que también nos dirán si hay que pedir permiso para comer una, dos o tres hamburguesas? Pues resulta que la ministra, en esa trifulca metida, “rompe relaciones”  con el Burger King o el McDonals, y es que abren con ello los telediarios. Y se me revuelven las tripas cuando veo que, a tan absurda noticia, le dan más importancia, que a la mismísima guerra entre Etiopía y Somalia. Mira, hala, majos, ¿cómo deciros?, no mareéis, que tengo cosas más importantes en la cabeza.
¿Y lo de las pieles de gato y perro? O sea, que un fulano puede comprarse el chaquetón, o los guantes, o… de la piel que quiera, de cordero, cabra, ternera… Vale, pero de perro o gato, no. ¿Ahí vá?, ¿porqué?, ¿pero estamos tontos? Pues que sí, que lo debemos de estar, porque, ya ves, que se juntan en Bruselas media docena de políticos, se pondrán ciegos a güisqui, digo, porque si no, no les comprendo, y aburridos como monas, pues que dicen que, de perro y de gato, pieles no. Y se van al fax, y hala, a largar normativas ocurrentes. Y que prohíben los tíos la producción, comercialización, importación y exportación, de los productos hechos con esas pieles, y se quedan tan frescos. Claro, como esas pieles proceden de países, ajenos a la UE, pues es otra forma más de cerrarles el grifo a sus industrias, que al fin y al cabo, producen prendas baratitas con esos pellejos, que compiten con las europeas, todas ellas de mucho mayor costo. Y para cumplir la normativa que crean, y poder perseguir su comercio, no le duelen prendas en gastarse las perras de todos en herramientas de identificación, como la espectrometría de masas, o los análisis de ADN, que deben valer una pasta. Manda güebos, que no tendrán otras cosas más importantes en qué gastárselas, ya ves. Y todos, a ver esas leyes como normales, y a cerrar la boca, que si no, te señalan. Y digo yo que porqué, sí podemos despellejar a la cabra y no al gato, un suponer. Se pueden criar visones en Galicia para pasarlos por la piedra y hacerlos chaquetones, pero en China perros para idéntico fin, no. Anda, jódele ¿porqué?. No te metas conmigo, colega, oye, que vivo rodeado de perros y gatos, y les tengo mucho cariño a los animales, pero de ahí, a que no dejemos a los asiáticos comer perro como han hecho desde siempre, y comercializar sus pieles, pues que me parece absurdo, que quieres que te diga. ¿Y de cebra o toro sí?. Claro como allí no los hay, pues vale, ya entiendo. El caso es prohibir porque sí ¿Qué es que les da grima pensar que llevan bolsos de perro?, toma, pues que no los compren. Pero mi vecina tiene un abrigazo de gato, con el que está de miedo la buena señora, ella se encuentra guapísima, y le luce que no veas. Y tu no lo adivinarías, ni de coña, si no te lo dice. Made in China, como mis guantes de cirugía, ya ves, Made in Guanzú, Republic of China. Tooooooma !!!
Y se empieza por eso, y se termina metiéndole mano a Internet, claro. O sea, que a la de ya, en la España de alma mora y corazón de gitana de ojos rasgaos, nos va a pasar, en eso, tal que a chinos y cubanos, que les impiden y bloquean los accesos a las webs que quieren, según los gustos de sus respectivas dictaduras. O sea, viva las manías cubanas, que como son exportables, ahora nos impondrán a nosotros. Y a la chita callando, ya la tenemos montada, porque ya terminó el plazo de alegaciones al texto del anteproyecto de Ley de Impulso de la Sociedad de la Información. Con muchas protestas de los internautas, sí, pero que no nos han hecho ni puto caso y el gobierno se ha salido con la suya y ha sacado el texto del anteproyecto de la nueva Ley de Internet. Con lo cual, o sea, tipo facha total, el texto recoge la posibilidad de que un "órgano administrativo" pueda ordenar el cierre de un sitio web sin mediar resolución judicial. Qué ¿te gusta la jugada?. Ya la dejó a medio preparar Montilla que merendilla, (él mismo dixit, que vergüenza, tú) y la ha rematado su sucesor. Total, que ahora, manos libres, página que no guste, censura; que opine diferente, censura; o que, simplemente, dé la brasa al que tenga la sartén por el mango, pues se le cierra y listo. Sin juez, ni resolución judicial, ni na de na. Sólo hará falta que el administrativo, al que se designe de Vigilante de la Conciencia y Sensibilidad Colectiva, tenga ese capricho, que lo mismo es un facha, un negrero, o el rojerío genuino en pleno, que tanto me da. Y nosotros, a sufrirle. Pero no sólo la censura para páginas nacionales ¿eh?, no, que va, si no para cualquiera del mundo. Cambian la situación, constitucionalmente reconocida, de que las decisiones sobre la legalidad de publicaciones, como los contenidos en la Red, estén exclusivamente en manos de los jueces y le pasan esas decisiones a la administración, y se quedan tan frescos. El artículo 20 de la Constitución establece que "sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial". Pues mira, eso era hasta ayer, por ejemplo, pero a partir de que se apruebe, pues no. Pero no te cortes, oye, que si no te gusta la medida, te queda el mismo recurso que a mí, o sea… arañarte en los costillares. Supone una restricción a la libertad de expresión e información, definitiva, a pesar de que la administración no puede (o sea, no podía), por mandato constitucional, intervenir publicaciones sin una orden judicial. Pues que sí, que ahora va a ser que sí.
¿Y lo del vino? Yo es que las voy a gozar, tú. En na, lo veremos con vitola, que en ello están, como la de los puros, sí, pero en medio de la botella, donde diga que, ojo, que es malo para tu salud y que, como la descorches, puede ser la última de tus andares. Ahí no me dan donde me duela, pero a los que os guste saborear un Rioja, un Ribera del Duero, un… pues te lo van a amargar, tal que a mí con los Ducados.
Y me preocupa, porque es que, de repente, tout d´un coup, que dirían los gabachos,  como que me están entrando unas ganas rabiosas de beberme un vinazo de pitarra que tengo por ahí, que tiene que estar de muerte (ostras, toca madera, que no he dicho nada) Por supuesto, acompañando a una hamburguesa de las de a kilo del Burger, y luego conectarme a las páginas de Internet que más le irriten al CAC, al Gobierno y al Sursum Cordae, mientras me fumo medio paquete. Aunque sólo sea por llevarles la contraria, que me lo pide el cuerpo, que estos, a mí, no me torean. Que sí, hombre, que sí, que no estoy dispuesto a ir a por mi queso de cabra… glubs … y encontrármelo cualquier día con una esquela bien gorda, en medio, de esas de lo peligroso que es mezclar su 50% de MG con mi colesterol. También son ganas de joderle la fiesta a uno, no me digas.
Si es que, soy un desagradecido, que quieren cuidar de mí y no me dejo. Oh!, Dios, que sensibilidad la suya, que encantos. Pues que no me da la gana, hombre, que soy mayorcito, no necesito niñera y me cuido solito. Y no necesito su manto protector, que me tienen hasta los mismísimos.
Ojo… que yo que tu no me dormiría tan feliz, colega, que estas lindezas de ahora, sólo son para ir abriendo boca. Ya verás la de vueltas de tuerca que te van a ir dando,  poquito a poco. Nada peor que un insensato, que le ha cogido el gustillo a lo de la llave inglesa. Nos quieren enroscar a todos.
Y si no, al tanto.


Correspondencia: eltuerto@semg.es

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