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martes, 14 de febrero de 2012

Y tu y yo, a lo del humo
Por el Tuerto
Ya está liada, colega, esto es la guerra. Desde el uno de enero, la caza del fumador ha comenzado. Toros y fútbol han pasado a la historia, y ahora, lo que de verdad se estila, es el acoso y derribo del fumador. Digo yo que, si las frustraciones y las  desesperanzas colectivas en otros asuntos patrios, tendrán algo que ver con el que las hordas disfruten, en la búsqueda de fumadores a los que sorprender y reprimir.
Desde el uno de enero, sálvese quien pueda. Si eres fumador, date por jodido, que quieren salvarte, y se lo van a tomar en serio. Pero cárgate de paciencia, porque la vas a necesitar. Ya verás que gracia te hará que te pongan multas de 300 € por hacerte el listo y fumar donde no debas. Se te va a quedar el cuerpo tieso, y te van a entrar unas ganas de morder, cosa loca. Pues muerde, coño, muerde, no te prives, hombre. Nos van a vigilar hasta en la sopa, ya verás. Estamos acorralados.
Claro, ahora ya comprendo lo de la España de los Tercios de Flandes. Venga a devanarme el coco de niño, con qué coños sería aquello y nunca lo comprendía, que torpe. Pues se me han abierto los ojos de sopetón. Me lo temía, era lo de siempre. La España del tercio a favor, el tercio en contra, y el tercio de indiferentes. O sea, la España de los Tercios, ahora contra el tabaco.
Cómo cambiará la vida, que de un tiempo a esta parte, temo a la Nochevieja. De niño, la gozaba, y de qué manera, y ahora la temo. Ya ves que paradojas.
Antaño, las doce campanadas, resonaban tan profundo en tu interior, que marcaban un punto y aparte en tu biografía. Las campanadas, despertaban desafíos con los amigos que tuvieras al lado, en esa noche de hilaridad compartida, y te incitaban a nuevos retos. Por ejemplo, a ver quien meaba más lejos, se comía el primer polvorón del año de un solo bocado, o le pegaba el primer beso en todos los morros a la mocita que se pusiera a tiro. Todo ello, nada más sonar las doce. Y aceptabas con deportividad, el no llegar más allá de a una cuarta de las punteras de tus zapatos, el atragantarte casi hasta la asfixia con la prueba del jodio polvorón, o el recibir el lógico bofetón de la amiga con la que te habías pasado tres pueblos. O sea que aceptabas, con valor y resignación, que la Nochevieja te pusiera de nuevo en tu sitio y vuelta a empezar. A veces, ya puestos, hasta le prometías, al entonces Niño Jesús, en pleno acto de contrición y propósito de la enmienda que, pasadas las campanadas, ibas a ser el más santo de entre los santos. Que tiempos, los de la adolescencia y como han cambiado. Bueno, como que el mismísimo Niño Jesús ya estará hecho un tío, digo yo, por que el tiempo pasa para todos, ¿no?.
Pero las cosas ya no son así. Ahora, temo a la Nochevieja, porque siempre trae una nueva imposición, una nueva vuelta de tuerca, una nueva limitación. O una nueva tomadura de pelo colectiva. Haz memoria.
¿Te acuerdas de la del 2000?. Yo la recuerdo con sorna. Si, hombre, sí, aquella en la que nos metieron el miedo en el cuerpo con el tan temido como infundado efecto 2000. Me tocó de guardia, y nos pasamos la tarde previa colocando pilas nuevas al transistor, repasando las linternas, el depósito del coche de urgencias a rebosar, los móviles con las baterías a tope, el listado de teléfonos a los que comunicar de urgencia cualquier anomalía en el bolsillo y haciendo acopio especial de medicación. Todo ello, siguiendo las instrucciones marcadas por los sheriff de la cosa esta de la medicina, bajo la amenaza de pobre del que no las cumpliera a rajatabla. Bueno, hasta se doblaron las plantillas en el centro de salud, ante la previsible calamidad mundial que se nos venía encima. Menos sacos terreros, todo estaba preparado en el centro de salud para aguantar el tirón de la hecatombe final, que nunca llegó. Nos lo pasamos de miedo, pero al final, ni pena ni gloria.
En la del 2002, el euro vino a jodernos la vida a todos, insensatos de nosotros, que lo aceptamos sin rebelión alguna, sin echarnos a la calle, sin quemar nada de nada. ¿Te acuerdas de aquella plasta de mensaje, distorsionador y canalla, en el que te aburrían con los detalles de como se llevaría a cabo la técnica para el redondeo del milésimo de euro?. Luego, la realidad demostró, ¿como no?, que aquel redondeo consistía en que, cuando llevas el coche al garaje, te soplan 150 o 300 euros redonditos, sin más, sin céntimos ni milésimos. O que cualquier factura, suele ser múltiplo de cinco o de diez. Así se escribe la historia del mayor robo colectivo. Todo subió de precio. Que cruel desencanto, cómo nos estafaron.
Bueno, pues la Nochevieja del 2005, quiere pasar a la historia como la del “todos contra el humo”. O sea, la del todo vale, con tal de. Las broncas están servidas.
Con la coña de lo del tabaco, nos van a distraer. Los medios sacarán sus micrófonos a la calle, y ya verás lo que se oirá. Presentarán, a toda plana, en los telediarios, los primeros conflictos surgidos, las primeras denuncias, las primeras grescas. Jalearán el tema hasta aburrirnos a todos. A los fumadores que se sientan discriminados, les tildarán de insanos y peligrosos, les ridiculizarán por su adicción, y los talibanes antitabaco reforzarán sus estrategias, y azuzarán a la denuncia, a la persecución, al acoso del diferente. Nos tendremos que refugiar en los váteres, en los áticos o en los sótanos, para fumar. Y que no te pillen. Otra vez a la clandestinidad, al disimulo, al escondite. Hasta en los últimos reductos te sentirás vigilado, inseguro, temeroso. Te harán salir a la calle a fumar, al rincón de los pervertidos, bajo la lluvia, y eso si te dejan, claro. Te fumarás un cigarrito a la carrera, y aprovecharás para, ya puestos, fumarte dos, aunque te escaldes la lengua. Reaparecerá la figura del chivato, del correveidile, del pelota denunciador, del soplón. Te renovarán o no el contrato en función del aliento, del color de tus dientes, del tono amarillento de tus dedos delator de tu vicio. Habrá fumadores que, compungidos, renegarán de serlo, y otros, que al ser descubiertos, suplicarán perdón entre sollozos y apoyo psicológico para sobrellevar el mono. Los psicólogos, pobrecitos míos, no darán abasto con tanta demanda. Cabizbajos, deambularemos sin rumbo por la calle, y oiremos a los niños señalándonos con el “mamá, mira ese, mamá mira ese”. Terminarán marcándonos como a los corderos, tiznados de rojo en la frente, para advertir de nuestro peligro, de nuestra insensatez, de nuestro vicio. Seremos tachados de irresponsables, inmaduros, asociales y querrán que nos rindamos, que pidamos públicamente perdón, que renunciemos a nuestras pompas y a nuestras obras, cual satanases de mercadillo. Habrá voluntarios de pago, que saldrán por la tele agradecidos al gobierno por rescatarles del vicio, y jurando su renuncia a fumar mientras vivan, cual apostatas del humo. La que nos espera es parda. Vivir para ver. ¿Pero eso no eran “cosas de Bush y de los Yankees”?. Y encima va el talantero de ZP y larga eso de que dejar de fumar es de izquierdas, no me jodas, lo que hay que aguantar.
Pero si por todo lo anterior, entiendes que estoy a favor del tabaco, es que no me he sabido expresar. No, no lo estoy, en absoluto. De lo que si lo estoy, es de que cada adulto, una vez esté suficientemente informado, haga de su capa un sayo, y se lo rompa o rasgue por donde le venga en gana, sin que nadie le torture por ello. Estoy por el consentimiento informado, y porque el que cada cual, después, decida en libertad.
Y de lo que estoy en contra, radical, absoluta y frontalmente en contra, es de que gobiernos autodefinidos como progres, puedan meter la pata en lo del tabaco hasta el corvejón con los adolescentes, como lo están haciendo. Sus políticas al respecto, prohibiendo la venta al menudeo de cigarrillos en los kioscos, suprimiendo la venta de minipaquetes de 10 cigarrillos, retirando los tabacos ligth y enriqueciéndose descaradamente con el aumento del precio del tabaco hasta ponerlo a precios prohibitivos, han sido el paradigma de su ignorancia y desvergüenza. ¿Se puede ser más torpe?. Esas medidas, que son un error, traerán consecuencias muy graves para los adolescentes, porque si dijeron que lo hacían para forzar la disminución del consumo, les ha salido el tiro por la culata. Lo único que han conseguido, a la vista está, es favorecer la aparición del tabaco basura, del tabaco de bajo costo, que incomprensiblemente, el propio gobierno ha autorizado. O sea, los “genéricos del tabaco”, como los ha bautizado un buen amigo mío que es un cachondo mental, ya están aquí. ¿Se han dado cuenta, insensatos, de lo que han hecho?.
Ahora resulta que, el chavalete de 14 años, en vez de ir al kiosco a por un cigarro, uno, se va al estanco y por muy poco más, compra veinte juntos. O sea, al gobierno le ha salido el tiro por la culata, vale, pero es que él se lo pega en las piernas al adolescente, porque ahora, tiene al tabaco económicamente más a su alcance que nunca. Y ese disparate, si que es para preocuparse. ¿Quien es el responsable?.
Al adulto lúcido, que sabe lo que se juega fumando, porque está informado, pues mira, si fuma, que le den, que ya es mayorcito. Nuestra prioridad absoluta tiene que ser que nadie empiece a fumar, para que nadie tenga que dejar de hacerlo en el futuro. Y resulta que han conseguido justo lo contrario con su negligencia, al dejar las manos libres a las tabaqueras para que hagan nuevos adictos de 13 añitos. Y encima, su progresía nos la quieren certificar ahora impidiendo al viejete fumar en la Residencia de Ancianos. Cuanto memo anda por ahí suelto, Dios, cuanto memo.
Así que 2006 se presenta lúgubre, tenso, inquietante, amenazador, espeso. Pero no sólo por eso. Con menos humo, dicen, quizás tengamos mayor nitidez visual, con la que poder ver y soportar, por ejemplo:
-         El seguir escuchando y sufriendo a la Ministra de Sanidad, que es un puro florero decorativo, que no manda en nada de nada, y ni reina ni gobierna en este disparate de 17 reinos de taifas sanitarios. Cuánto no le echarán de menos en sus anteriores cargos como Directora General de Comunicaciones del Ministerio de Obras Públicas, o como Directora General de la Fundación Teatro Lírico, o como Presidenta del Consejo de Administración de Correos y Telégrafos, y no te digo nada como Presidenta de la Sociedad Hispasat. Pues que se la lleven otra vez cualquiera de ellos, que con lo que dicen que vale, es una pena que esté tan desaprovechada ahí, en el Paseo del Prado.
-         El sufrir al Presidente de la OMC, empeñado en conseguir que vean la luz, en los intestinos de los futuros estatutos, sus audaces reformas, que no son más que ensoñaciones con horrible tufo de regreso al pasado, a la ausencia de incompatibilidades para cargos en puestos decisorios, a la inquietante bicefalia de sus dirigentes. Oye, que no te lo pierdas, que propone que puedan ser, por ejemplo, presidentes de organizaciones paracolegiales como AMA o PSN, con indudables intereses económicos y comerciales, al unísono, cargos en instituciones tan serias como la Comisión Central de Deontología, un suponer, u otras por el estilo. Que bárbaro, tú. O sea, que puedan ser juez y parte. Y es que no se corta un pelo al proponerlo, ni se pone rojo como un tomate, ni nada de nada. Y encima, insistirá en su manía de querer quitar el  poder de voto a los vocales nacionales que nos representan. Claro, todo vale con tal de que las decisiones, se tomen por un grupete de amigos o algo así. Y a eso lo llama democratizar, que tío...
-         Y tendremos que aguantar impasibles, que el Consejero de Madrid, siga sometiendo a disminuciones salariales asfixiantes a los médicos rurales de su Comunidad. Les ha quitado de hacer guardias para pasárselas al recién creado Servicio de Atención Médica Rural, cosa que me parecería muy bien,  siempre y cuando no se hubiera “olvidado”, como ha hecho, de establecer las  compensaciones económicas que garantizaran sus ingresos anteriores a los rurales. Pues no. Otro bárbaro. Es una auténtica tropelía, ejemplo, modelo y paradigma del desbarre mental de los políticos sanitarios que se llevan ahora, sean del signo que sean. Espero que ese desatino no se contagie, porque si no, todos de cráneo y cuesta abajo.
Y mientras a nosotros nos distraen con lo del humo, por la imperiosa necesidad de de entretener al personal en otros temas, algunos políticos intentan quitarle hierro a otros mucho más importantes. Así conseguirán, por ejemplo, que se hable menos de la inminente ruptura de la Unidad de España. Que se la están cargando, tú, que no es coña, espabila. Docena y media de políticos, resentidos e insolidarios, lo peorcito de cada casa, clones de otegui y carod, llevan meses ideando como partir a España en 17 trocitos en el 2006, asimétricos, por supuesto. Antes de que nos demos cuenta, su fechoría no tendrá ya marcha atrás. ¿Lograrán pasar a la historia por semejante disparate?.
Se enfanga a la sociedad en peleas estériles, en disputas estúpidas de dónde, cómo y cuando se puede o no fumar, y lindezas por el estilo, y mientras tanto, nos están segando la hierba bajo los pies. Y nosotros, siguiéndoles su juego, mordemos en el anzuelo de su distracción. Nos quieren entretener con eso, porque con el mono que suponen que tendremos, a falta del adictivo humo, creen que pensaremos menos y peor. Pues... eso ya lo veremos.
¿Y tu y yo, a lo del humo?.
Virgen Santa...

Correspondencia: eltuerto@semg.es
Respuesta de Alejandro
Querido Tuerto. Me gusta tu artículo. Como siempre metiendo el dedo en la llaga. Pero he echado en falta un pequeño detalle, que te comunico: el tema de las bajas e incapacidades permanentes (que tendrían que ser absolutas en este caso, porque no se puede fumar en ningún trabajo). Mentiría si dijera que no quiero lanzar más leña al fuego. Claro que sí. Te doy una idea para tus escritos.
Cualquier día, un médico general o de familia recibe en su consulta a un paciente que pide la baja porque ha intentado dejar de fumar y no lo consigue. De hecho, en la última semana el médico le envió a una unidad de tabaquismo. Ha tenido suerte porque sólo tendrá que esperar tres meses y medio (la espera media son algo más de cuatro meses).
Mientras tanto, el paciente argumenta:
 1/ Esto es una enfermedad. Ustedes lo llaman dependencia al tabaco, adicción al tabaco, tabaquismo ... pero es una enfermedad.
2/ A pesar de sus estimables esfuerzos, querido doctor, usted no ha sido capaz aún de que me cure. Y no vale decirme que no fume. Mi enfermedad consiste en que no puedo dejar de fumar, del mismo modo que las enfermas de fibromialgia no consiguen que les deje de doler la espalda, el culete o lo que sea.
3/ Mi enfermedad es incompatible con el trabajo. No pretenderá usted que me despidan. En tal caso, y lamentandolo profundamente, debería demandarle; ya he consultado con un buen abogado. De hecho, esto no ocurrirá porque sé que su buen hacer médico y su ética irreprochable no le permiten negarme una baja por enferrmedad común.
4/ Espero que en la unidad de tabaquismo me curen. Si no es así (las terapias sólo alcanzan cifras de curación del 20 o 30%) tendrá usted que prorrogarme la baja y, si llega el caso, tendrán que concederme una incapacidad permanente absoluta. Si fuera total, significaríia que se puede fumar en algún trabajo y ya sabe usted que no es así.
5/ Supongo que no se escandalizará usted por el gasto que esto pueda acarrear a la sociedad. Imagino que la ministra de Sanidad no lo ha pensado. No es mi problema. Incluso ella tiene ventaja sobre los que padecemos la enfermedad de fumar. Si ella no da más de sí, puede dimitir y dedicarse a otra ocupacióon más acorde con sus limitadas capacidades. Nosotros, los enfermos del tabaco, tendremos que pasar a ser pensionistas.

En fin, supongo que el supuesto médico general daría la baja al supuesto paciente. Todo muy supuesto, pero posible y bastante probable.
Un argumento más para tus artículos, querido amigo tuerto.
Tu admirador: Alejandro.
Ah, ¡Feliz año! 

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