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martes, 14 de febrero de 2012

Ética y puntos

Por el Tuerto

Esto ya no es lo que era, colega, que el tiempo no pasa en balde. O es que estamos iniciando una nueva glaciación, y entonces nada que discutir y yo me callo, o es que estamos irremediablemente gilipoyas todos. Vivir para ver. La caída del imperio romano, juego de niños al lado de la debacle que se nos avecina. Esto no puede ser normal.
Ostras, tú, que cosas le llegan a uno por el correo hoy día. Antaño, recibías cartas de amor, que rezumaban ternura, esperanza e ilusiones por todas y cada una de sus dobleces. Hoy, las que recibes son... para que contarte. Por el postal, facturas, falsos premios de inexistentes concursos de los que, por supuesto, tu eres el ganador, bazofia en forma de atractiva propaganda y cartas como la que ya te explicaré. Por el electrónico, 20 mensajes diarios de Viagra, Cialis, Valium y de más pastillería, eso sí, todas en oferta por ser para tí. Total que, recibido el correo por una u otra vía, terminas hasta los mismísimos de las memeces que te han llegado y encima, te pones de mala leche por el tiempo perdido en husmear en lo recibido.  
Y resulta que para una que leo... porque esa es otra; ya, por rutina, cuando me huelo que una carta es de propaganda, la hago trizas sin llegar tan siquiera a abrirla. Con lo de las cartas, me imagino que te pasará lo mismo, deben ser manías que nos entran, cuando al terminar la carrera, empezamos a ver, todos los días, el buzón a rebosar: yo, carta que huele a propaganda, en cuartos y a la papelera. Lo que me perderé de leer, Dios mío... y la de pasta de papel y litros de tinta que se podrían ahorrar los laboratorios farmacéuticos, si supieran lo que hacemos los médicos con sus cartas, oye. Pues con los e-mail, hago lo mismito: desgastado tengo el índice, de darle a la tecla Supr, borrando mensajes de remitentes extraños.
Pero la carta de hoy... Aaaahhhhjjjj !!!. Grima me da la carta que acabo de recibir. Y es de AMA. Cuando la leía y releía, sorprendido, es que no me lo podía creer. Pensativo y tristón, la dejé en la mesa... primero me aguanté la frente con la mano, luego, me restregué la barba de dos días, nacida durante una guardia que mejor no te la cuento, y después, me rasqué la nuca. Terminé tapándome la boca con la mano, sin notar que me estaba clavando además, el pulgar bajo el malar. Un número.  
La puñetera carta que se me ocurrió leer, maldita sea, ¿para que lo haría?, es que es la leche. Es de esas que te escuecen en las manos, te desasosiegan y te cabrean. Cuando la terminé de leer, movía la cabeza para los lados como un tonto, haciendo muecas con la boca, apretando los labios, y dudando entre si cabrearme, tomármela a coña, o simplemente patearla. Todavía la tengo aquí al lado, sobre la mesa y, cuando la miro de reojo, es que me dan unas ganas de migarla que no veas. Venga ya, hombre, venga ya... Que vale, que será legal, no lo discuto, pero que eso no es serio, hombre. Esta no va a la papelera, no. A ésta le espera un destino más sádico y surrealista. A esta la quemo, por mis muertos que la quemo... y viéndola arder sonreiré, y al  menos me quedaré más tranquilo. Sé que no adelantaré nada con ello, porque como ésta, se habrán enviado miles y miles, vale, pero yo pondré mi granito de arena en destruir lo que creo que nunca se debió escribir, al menos por alguien con un palmo de sensatez. Pero es que hay gente pa tó.  
Si, ya sé que más de uno pensaréis que soy un exagerao, vale, y que la carta de marras la consideraréis normal en esta sociedad de consumo, en la que cohabitamos. De acuerdo, pero a mí no me lo parece y por eso, protesto. Es que manda mecha, tú. Se me hace cuesta arriba pensar que pueda verse como normal, algo que, para mí, es profundamente anormal.
Me refiero a la carta que me ha llegado de AMA, en el que se ofrecen, por treinta euros al año, o sea sé, mil duros de los de toda la vida, a cubrirle las espaldas al desgraciado de nosotros al que le pillen haciendo perrerías con el coche y le apliquen la correspondiente pérdida de puntos.
O sea que para una vez que Tráfico se toma las cosas en serio, y establece medidas para intentar frenar el horror de esa masacre, que mata a más de diez españoles cada día, pues resulta que van las aseguradoras y dicen, que si pagas, te ampararán si te aplican la ley por hacer el mamarracho con el volante entre las manos. Pero bueno !!!... es que tiene bemoles la cosa, tú. Me imagino que, cuando lo hacen, legal será, ¿no?, pero ¿ético?... Eso lo que es, es una propuesta obscena. Porque lo que yo sí que comprendería, y vería como normal, sería que te mandaran una carta para advertirte de que, ojito y ándate al loro, que como te quiten el carné por insensato y te quedes sin un puto punto, te vamos a rescindir ipso-facto, y para los restos, tu póliza de seguros. Y que además, la aseguradora a la que te vayas, te va a poner pegas a mogollón, amén de subirte el importe de la nueva póliza en una pasta y durante unos cuantos años. Justo, hasta que demuestres tener de nuevo  un comportamiento lúcido, en la carretera. Eso sería lo lógico, pero... que se te ofrezcan para ampararte económicamente en tus fechorías, es cuando menos, obsceno. Hombre, por Dios, que disparate.
Pues sí, ya sabes: AMA, si te retiran el carné diez meses, por ejemplo, te dará 300 € al mes para taxis, y además te recurrirá la sanción gratis, te hará la solicitud para el fraccionamiento o aplazamiento de pérdidas temporales, y hasta te pagará las tasas de recuperación de puntos y el coste de los cursos de sensibilización y recuperación de puntos perdidos.
Y digo yo, que qué coños habrá que hacer para quedarse uno sin carné, por ejemplo diez meses. Me imagino que, por lo menos, no sé... saltarte un buen stop, dejar a un par de tíos en silla de ruedas, pillar niños a 90 por hora donde esté la velocidad limitada a 50, o sutilezas por el estilo. Pero nada, nada, tranquilo, que tu aseguradora, en esos trances, en vez de pelear por que te lleven a la cárcel cuanto antes, y con grilletes en los pies, por barrabás, te cogerá en su regazo cual madre solícita y te sacará del apuro. Así que ya sabes que, por 30 € año, tu tranquilo, que podrás hacer cuantas canalladas se te ocurran al volante. Sólo pensarlo, me pone de los nervios.
Recuerdo un caso, en Málaga capital. A 110 por hora, un fulano “asesinó” en un paso de cebra a una chica de 22 años. ¿Resultado?: cien mil de multa y dos meses sin carné. ¿Que te parece?. A mi muy mal: 20 años de prisión y quinientos mil euros de multa, por ejemplo, hubiera sido algo más ajustado a su atrocidad, digo. Y ¿qué pasa?, ¿que si además, ahora, le dejaran sin carné, su aseguradora le iba a costear su recuperación gratuita?. Venga ya...
Guardo entre mis papeles, la esquela de una chica de 20 años, cuyos padres, en su cuerda desesperación, hicieron figurar en ella: “el alcohol que otro bebió, a ella le mató en un mal llamado accidente de tráfico”. Me impresionó su interpretación tan lúcida de lo ocurrido. Esa misma tragedia, se repite todos los días, coño, y así no podemos seguir. Pero lo que yo no podría imaginar, ni harto a vino, es que su compañía de seguros, ahora, para mayor escarnio, ayudara al fulano a recuperar los puntos perdidos por su hazaña. Pues desde ahora, va a ser que sí, ya ves. 
Una cosa es tener un accidente por circunstancias imprevisibles, por un fallo mecánico, o por una desgraciada distracción, que a todos nos puede suceder, toca madera... no sé... algo humano y asumible, y otra, muy distinta, el que tu compañía aseguradora, encima, te cubra las consecuencias de que hagas el cafre a tu antojo.
Hace ya tiempo, en estas mismas páginas, escribía: “Estoy hasta los güebos de tener que acudir a las cunetas, a ver veinteañeros entre luces histéricas, de destellos azules y amarillos, por los que muy poco o nada se puede hacer ya; de recoger zapatos ya inútiles, de chavales con las piernas descolocadas, en silencio, entre olor a brea y gasolina; muchachos rotos sobre asientos manchados, a los que miro pupilas que jamás volverán a ser iluminadas. Y a ver quién se lo dice a los padres… Dios, de eso si que estoy harto”.  Y añado ahora, que, cuando está de Dios que sea así, como dicen mis lugareños, pues así ha de ser, y hay que aceptarlo. Pero, cuando eso es la consecuencia de que un cabraloca cualquiera, haga lo que se le ponga, con el pie en el  acelerador y las manos en el volante, pues como que no, que la cárcel, se me antoja insuficiente para sus hazañas, mira, que quieres que te diga.
No debiera ser legal, ni me parece normal, que cuando lo del carné por puntos parece que empieza a dar sus primeros resultados, salgan las aseguradoras a decirle, a los más insensatos de la tribu, que tranquilos, que no pasa nada, que sigan, que sigan, que ellas les cubren las espaldas por un módico precio, de las consecuencias de sus salvajadas.
Decididamente, vivimos en un país gamberro y tramposo, en el que ya no me sorprendo de casi nada de lo que veo. Ahora, sólo falta esperar a que las aseguradoras, en un paso más de negocio, por ejemplo, se preocupen de protegerte por las consecuencias de la violencia doméstica que practiques. Y que a alguna mente retorcida, le dé por asegurarte, por 100 euritos de nada, que nada te pasará si mueles a palos a la parienta, te comes un bocadillo de filete de suegra, o te da por atar a tus hijos, con la cadena del perro, a la pata de la mesa y hartarlos a capones. Te dirán que tranquilo, que lo que no te lleve a la cárcel, se paga y punto, que todo tiene un precio, y en paz.
Quiero creer, que la insensata oferta de impunidad, asegurada a cambio de unos cuantos euros en el caso del carné por puntos, tenga alguna trampa que no alcanzo a comprender. Si no, decididamente, tendré que reconocer que el anormal soy yo, que no me sé adaptar al cambio de los tiempos.
Y digo yo, que, en ese caso, cual será mi diagnóstico: ¿despersonalización o  desrealización?. No lo sé, pero en todo caso, por favor, que me aten, que ya no doy más de sí. Que mí, no comprender. 




Correspondencia: eltuerto@semg.es

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